Artículo
de opinión sobre la economía verbal
Elogio
de la concisión
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Algunos dicen que me repito, y eso es una verdad a medias
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Lo que hago es resumir el artículo en unas frases previamente
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Esto explica por qué mis vídeos suelen durar muy pocos minutos
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Lo ideal es transmitir las ideas más profundas con las palabras más sencillas
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España ha sido pionera del Conceptismo, que es un estilo literario del barroco
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Se caracteriza por su concisión y por el empleo de conceptos y agudezas ingeniosas
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“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” y “más valen quintaesencias que fárragos”
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Hoy está más vigente que nunca, porque el lector demanda concisión en las palabras
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Además, la concisión es un dogma del Periodismo moderno, que pretende ser directo
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La gente no tiene tiempo ni ganas de leer o escuchar largas y complejas explicaciones
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Enredarse con las palabras es el oficio de los abogados, pero no el de los periodistas
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Los políticos se han convertido en especialistas en hablar mucho y en no decir nada
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El escritor Azorín parecía un maestro taoísta chino, por su parquedad y profundidad
Guillermo
Herrera, 21 ene 19 (Bahía del Palmer, Portus Magnus).- Algunos
dicen que me repito, y eso es una verdad a medias. Lo que ocurre
es que utilizo una técnica periodística consistente en resumir
el contenido del artículo previamente en
unas pocas frases llamadas sumarios, antes de comenzar con la
lectura del texto completo. Con ello pretendo transmitir las ideas
básicas del modo más breve y claro posible. Esto explica
por qué mis vídeos duran pocos minutos, para no hacerle perder
a nadie su valioso tiempo, excepto cuando el tema requiere más
detalles. En cambio hay algunos ‘youtubers’ que provocan el
bostezo por su discurso cansino y soporífero.
Esto
coincide con la tradición literaria del Conceptismo, que es un
estilo literario del Barroco español (que
no tiene nada de barroco)
caracterizado por su concisión y el empleo de conceptos o
agudezas, que ha tenido una repercusión extraordinaria en toda
la cultura europea.
Lo contrario del Conceptismo es el Culteranismo, que
prodiga más las palabras que las ideas, y que dificulta
la comprensión mediante la dispersión de un mínimo de
significado en laberínticos y largos periodos, que constituyen
un enigma cultural e intelectual
“Lo
bueno, si breve, dos veces bueno” y “más
valen quintaesencias que fárragos” son las frases del
jesuita Baltasar Gracián para definir el conceptismo, que
también desarrolló Francisco de Quevedo y Villegas, y Fray
Antonio de Guevara, y que hoy está más vigente que nunca,
no sólo porque la concisión es un dogma del periodismo
moderno, sino además porque el ciudadano del siglo XXI demanda
concisión en las palabras.
VAMOS
A LO PRÁCTICO
Vivimos
en un mundo de ideas ágiles y fugaces. La gente no tiene tiempo
ni ganas de leer o escuchar largas y complejas
explicaciones, porque todos vamos a lo práctico, a una
comprensión rápida de las ideas. Por eso los ciudadanos
prefiere ver un documental entretenido que resuma un tema, que leerse
un libro voluminoso sobre el mismo tema.
Tanto
es así que cuando presentas un informe en una reunión de
trabajo, te piden que omitas los preliminares, y hasta el
desarrollo del trabajo, y que vayas directamente a las
conclusiones, y expliques en qué resultado práctico se traducen
dichas conclusiones.
No
digamos nada de las sentencias judiciales. ¿Quién tiene la
paciencia de leerlas? Todos buscamos la resolución final, a
ver si hay condena o absolución.
TOCHOS
CANSINOS
No
siempre ha sido así, porque muy pocos intelectuales tuvieron la
paciencia de leerse un libro de Kant o de Hegel, por poner
ejemplos, verdaderos tochos cansinos, plomizos y repetitivos,
que fueron fruto de la intelectualidad densa de su época.
Sin
embargo hoy en día existen políticos y hasta profesores
universitarios que se han convertido en especialistas en hablar mucho
y en no decir nada, para que todo el mundo piense
que ellos son muy inteligentes y que los demás somos muy tontos,
porque no nos enteramos de nada. Pero dudo de que ellos mismos se
enteren de lo que están diciendo, cuando no dicen nada. Sólo
nos dejan su lenguaje corporal para tratar de averiguar sus
intenciones.
ECONOMÍA
VERBAL
En
realidad, lo ideal sería tener la habilidad de transmitir las
ideas más profundas con las palabras más sencillas posibles. Es
decir, practicar una auténtica economía de palabras. Un
maestro de este arte fue el escritor Azorín, quien más que
un intelectual español parecía un maestro taoísta chino, por la
parquedad y profundidad de su expresión. Y es que la cultura
española encierra grandes tesoros que el vulgo es incapaz de
valorar.
En
este sentido España puede presumir de haber sido pionera del
conceptismo en todo el continente, ya que esta corriente ha
tenido una repercusión extraordinaria en toda la cultura europea.
Por
ejemplo, el conceptismo español en la fórmula de la prosa de Fray
Antonio de Guevara fue tan popular en Europa, que incluso
engendró un movimiento prosístico conceptista en Inglaterra
conocido como Eufuismo. En Francia fue conocido como
Preciosismo, en Italia
como Marinismo, y en Alemania lo siguió la Segunda
escuela de Silesia.
Pero ya en la antigua Roma imperial brillaron autores como el
prosista Séneca, su sobrino el poeta Lucano, el
epigramista Marcial y el historiador Tácito, quienes
hacen gala de gran ingenio y concisión. Ya resulta curioso que
los tres primeros proviniesen de Hispania.
EL
CONCEPTISMO
El
conceptismo es una corriente de la literatura, con especial curso en
el barroco del siglo XVII en España, (pero más actual y vigente
que nunca) que se funda en una asociación ingeniosa entre
palabras e ideas denominada "concepto" o "agudeza".
Ramón
Menéndez Pidal comenta los afanes del conceptismo.- Lo que
principalmente buscaba el conceptista al escribir era hacer gala
de agudeza y de ingenio; por eso muestra gusto especial por las
metáforas forzadas, asociaciones anormales de ideas, transiciones
bruscas, y gusto por los contrastes violentos en que se funda todo
sentido del humor, ya que humoristas son los
grandes escritores de este siglo, Quevedo y Gracián. En estos
autores geniales el conceptismo aparece lleno de profundidad, ya que
la frase encierra más ideas que palabras.
Es decir, que el conceptismo no es jugar con el lenguaje por sólo
jugar: todo está subordinado a la precisión y exactitud de
lo que se pretende expresar.
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